Paolo Benanti |
La observación fue hecha durante un coloquio organizado por la Fundación
Pablo VI en Madrid, donde advirtió sobre estas amenazas y dijo: “la gente que
controla este tipo de tecnología controla la realidad”.
El religioso italiano, presidente de la Comisión para la Inteligencia
Artificial del Gobierno de Italia, subrayó a renglón seguido: “la realidad a la
que nos estamos enfrentando es diferente a la de hace 10 o 15 años y se trata
de una realidad definida por un software”.
“Este punto de partida impacta sobre el modo en que ejercemos los tres
derechos clásicos conectados con la propiedad de una cosa: uso, abuso y
usufructo”, explicó el experto.
Muy en especial sobre este último, porque, señaló, “los valores que
produces con el uso de estos dispositivos no es tuyo, sino que va a la nube”.
“Así que ¿quiénes son los que no tienen el usufructo de las cosas? Los
esclavos”, añadió.
Por ello, incitó a reflexionar sobre lo que significa vivir en una
realidad definida por el software. “Tenemos que tener un enfoque ético sobre la
tecnología”, y en particular sobre las vinculadas a la inteligencia artificial,
“porque son las que conforman la realidad de nuestro mundo y la gente que
controla este tipo de tecnología controla la realidad”.
Centralización y descentralización del poder
En segundo término, fray Benanti precisó, cómo el desarrollo de la
computación tras la Segunda Guerra Mundial ha producido diferentes procesos
relacionados con el poder, la democracia y la intimidad.
En los años 70, se produjeron procesos descentralizadores en Estados
Unidos y Europa, que llevaron a la creación años después de los ordenadores
personales que “permitían que todo el mundo tuviese acceso a cosas muy
simples”.
En los años 90 del siglo XX, tras la caída del Muro de Berlín, se apostó
por un mercado más liberalizado con la idea de que “iba a dar lugar a un mayor
bienestar” y a promover el modelo de democracia liberal en países con otros
modelos. Sin embargo, esa política “hizo que China fuese más rica, pero no más
democrática”.
Así, los valores democráticos occidentales entraron en crisis al
comprobarse que “puedes ser rico y tener bienestar sin ser democrático”.
En la llamada Primavera Árabe (2011) el uso de teléfonos móviles mostró
la “capacidad computacional íntima”. Pero poco después se comenzó a sospechar
de esa capacidad: “los teléfonos móviles ya no eran los aliados de la
democracia, sino el peor aliado de las noticias falsas, la polarización,
la post verdad y todo ese tipo de cosas”.
Con la llegada de la pandemia de Covid 19, “fuimos capaces de subrogar
nuestra vida gracias a nuestro poder computacional personal” mediante el uso de
videollamadas o el desarrollo de aplicaciones para pagos bancarios, entre otras
utilidades.
“Nos dimos cuenta que, de manera silenciosa, del año 2012 al año 2020,
el teléfono inteligente se había comido la realidad y ahora las cosas que
pasaban en la realidad se estaban produciendo directamente en el teléfono”,
recordó.
El riesgo de la democracia computacional
Durante la segunda década del siglo XXI, “tenemos la inteligencia
artificial dentro del teléfono inteligente” y, a juicio de fray Benanti, la
democracia liberal clásica está derivando en “una democracia computacional”.
En ella, “estamos utilizando la inteligencia artificial para sustraer la
capacidad computacional de la persona y llevarla a un lugar centralizado que
llamamos centro de datos”, de tal manera que aparece un nuevo desafío ético:
“ahora todos los procesos vuelven a estar centralizados en la nube”.
El experto subrayó que estas “nubes” o centros de datos “pertenecen a
cinco empresas” que son propietarias “de todos los datos” lo que representa un
desafío no sólo personal “sino para los procesos democráticos”, apuntó el
experto.
Respecto de estos retos, el religioso expuso cómo la inteligencia
artificial también puede suponer una amenaza a la libertad de las personas
mediante su capacidad para hacer predicciones sobre el comportamiento.
“La sugerencia en la que estás interesado no sólo está prediciendo qué
puedes comprar, sino que además está produciendo las cosas que vas a comprar”,
resumió.
Esta posibilidad supone “un auténtico problema” porque la existencia de
este tipo de sistemas en nuestros bolsillos “es capaz de forzar y conformar la
libertad de los espacios públicos”.
Este tipo de cuestiones sobre las debilidades, oportunidades, fortalezas
y amenazas de la inteligencia artificial constituyen la razón por la que
“deberíamos tener gobernanza sobre este tipo de innovaciones”.
Respecto del futuro, fray Benanti auguró grandes impactos de la
inteligencia artificial en el acceso a la información, la medicina y el mercado
laboral. Sobre este último, señaló: “Si no regulamos el impacto que puede
tener la inteligencia artificial en el mercado laboral, podríamos destruir la
sociedad tal y como la conocemos ahora”.
Fuente: ACI Prensa
Ajuste de contenido y diagramación: bersoahoy.co
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