La revista
está en lo correcto al observar que el Santo Padre tiene una devoción personal
a la Santísima Virgen María, pero esto no es una obsesión, sino un amor muy
profundo a la Madre de Dios.
En
declaraciones a un periodista, el Papa Francisco dijo que rezar el Rosario le
da paz y bienestar, y lo ayudó a mantener la calma durante su elección como
pontífice en marzo de 2013.
El Santo
Padre dijo a un entrevistador que estuvo rezando el Rosario mientras se daba la
segunda votación del cónclave que lo eligió. Afirmó que eso le dio “una gran
paz”.
El amor del
Papa Francisco a la Salus Populi Romani
Doce horas
después de su elección como sucesor número 266 de San Pedro, el Papa Francisco
fue a la Basílica de Santa María la Mayor para venerar el famoso icono de la
Salus Populi Romani, ante la que colocó un pequeño ramo de flores y cantó la
Salve Regina.
El
arcipreste de la basílica, el Cardenal Santos Abril y Castelló, afirmó que el
Papa le dijo que fue para confiarle su pontificado a la Virgen. “Siendo
profundamente devoto de María, el Papa Francisco vino aquí para pedirle ayuda y
protección”, explicó.
Desde
entonces, el Papa Francisco reza frente a este icono antes y después de sus
viajes internacionales.
Cuando el
Papa Francisco se enamoró de Nuestra Señora
Dos
encuentros en la década de 1980 transformaron la devoción del futuro Papa
Francisco: presenciar a San Juan Pablo II rezando el Rosario y descubrir la
advocación de la Virgen Desatanudos.
Para
entender esta transformación radical es importante conocer la historia de estos
eventos.
El P.
Bergoglio era provincial jesuita durante la dictadura militar en Argentina,
cuando los escuadrones de la muerte y paramilitares llevaron a cabo un terror
de Estado que causó la muerte de hasta 49 mil civiles. Estos grupos tenían
también por objetivo a los que trabajan con los pobres, incluidos sacerdotes,
religiosos y catequistas.
Por su
parte, las guerrillas de izquierda mataron a 6.000 militares, policías y
civiles.
El P.
Bergoglio usó su cargo para criticar públicamente la violencia de ambos lados,
pero también arriesgó su vida al rescatar a personas que eran buscadas por los
escuadrones de la muerte. Se estima que salvó al menos a cien personas.
El Papa
Francisco admitió que el estrés de esos tiempos le trajeron problemas
personales: “Tuve que lidiar con situaciones difíciles y tomé mis decisiones de
manera abrupta y por mi cuenta. Mi forma autoritaria y rápida de tomar
decisiones me llevó a tener serios problemas y a ser acusado de
ultraconservador”.
Por ello,
como muchos católicos, el P. Bergoglio se volvió hacia la Virgen María en su
dolor y sufrimiento.
San Juan
Pablo II "enseñó" al P. Jorge Bergoglio cómo rezar el Rosario
En la década
de 1980, el P. Jorge Mario Bergoglio presenció cómo el Papa San Juan Pablo II
rezaba el Rosario. Esto probablemente ocurrió durante la visita apostólica que
el Pontífice hizo a América Latina en 1985.
Después
de la muerte del Santo Padre, el entonces Cardenal Bergoglio relató:
“Si mal no
recuerdo, fue en 1985. Una tarde fui a rezar el Santo Rosario que estaba siendo
dirigido por el Santo Padre. Estaba delante de todos, de rodillas. El grupo era
numeroso. Vi al Santo Padre de espaldas y, poco a poco, me perdí en la oración.
No estaba solo: estaba orando en medio del Pueblo de Dios al que pertenecía yo
y todos los que estaban allí, encabezados por nuestro pastor”.
“En medio de
la oración, me distraje mirando la figura del Papa: su piedad, su devoción eran
un testimonio. Y el tiempo pasó, y comencé a imaginarme al joven sacerdote, al
seminarista, al poeta, al obrero, al niño de Wadowice… en la misma posición en
que estaba arrodillado en ese momento, recitando Ave María tras Ave María. Su
testimonio me impactó”, afirmó.
El entonces
cardenal añadió: “Me di cuenta de la densidad de las palabras de la Madre de
Guadalupe a San Juan Diego: ‘No tengas miedo; ¿No soy tu madre?’. Comprendí la
presencia de María en la vida del Papa. Ese testimonio no se olvidó en un
instante. A partir de entonces, rezo todos los días los 15 misterios del
Rosario”.
El
encuentro con la Virgen Desatanudos
En 1986, el P. Jorge Mario Bergoglio viajó a Alemania para estudiar Teología. Ahí visitó la iglesia de San Pedro en Perlach, en Augsburgo, región de Baviera, donde vio la enigmática pintura del siglo XVII conocida como la Virgen Desatanudos.
No está
claro por qué esta pintura tuvo un impacto tan profundo. Se ha especulado que
el futuro Papa estaba luchando con sus problemas personales como consecuencia
de los que tuvo como provincial jesuita; pero lo que está claro es que dejó
Alemania con una devoción apasionada a la Santísima Madre.
El sacerdote
jesuita se encargó de difundir esta advocación mariana en Argentina y América
Latina, pues como Arzobispo de Buenos Aires tenía la costumbre de adjuntar a
sus cartas una imagen de la Virgen Desatanudos.
En octubre
de 2013, ya como Pontífice, afirmó que “la fe de María desata el nudo del
pecado”. Es una antigua creencia de la Iglesia que la Santísima Virgen María
desató el nudo de desobediencia en el corazón del hombre, creado por la
desobediencia de Eva.
“Todos
tenemos algunos de estos nudos, y podemos preguntarnos en el fondo de nuestro
corazón: ¿cuáles son los nudos en mi vida? ‘¡Padre, mis nudos no se pueden
deshacer!’. ¡Es un error decir algo así! Todos los nudos de nuestros corazones,
todos los nudos de nuestras conciencias, se pueden deshacer”.
“¿Le pido a
María que me ayude a confiar en la misericordia de Dios, a deshacer esos nudos,
a cambiar? Ella, como mujer de fe, seguramente te dirá: ‘Levántate; id al
Señor: Él os comprende’. Y nos lleva de la mano como una Madre, Madre nuestra,
al abrazo de nuestro Padre, el Padre de las misericordias”, aseguró el Papa
Francisco.
Traducido y
adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en National
Catholic Register.
Fuente: ACI Prensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario